sábado, 30 de diciembre de 2017

Volver a latir.

Sentí que me moría.
Que la sangre se coagulaba,
el aire no llegaba a mis pulmones,
la tristeza me consumía.

Y ahora me parece irónico
todo lo que las personas llegamos a sentir al perder a alguien.

Irónico que creamos morirnos.
Irónico que duela tanto,
pero, que no pueda asemejarse al daño que esa persona nos hizo.

Es increíble cómo llegamos a sentirnos.
Incluso al fumar sentía que la que se consumía era yo,
no el cigarrillo.
En ese entonces llegué a comprender,
que hay corazones que en vez de romperse,
se congelan.

Y lo que ahora sé,
es que la persona indicada
puede hacer que se derrita cualquier corazón.
Y que vuelva a latir.
Volver a latir, por esa persona.
Por la que sí vale.
Por la que nos hace sonreír
y a la vez
hace que el pasado deje de doler.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Amor.

Y si todo volviera a empezar, no te volvería a querer.
No te volvería a buscar.
No te conocería.
Y habría conocido al importante.
Que ese sí que sí.
Ese sí vale.
La pena, la vida y todo.
Porque con él sí,
con él todo.
Por él daría lo que no tengo.
Porque es amor,
porque es vida.
Porque es placer,
porque es sí a todo,
y más,
mucho más,
es verdad, lo que el otro nunca fue.
Porque son sonrisas, felicidad y amor.
Lo que jamas nunca fue.
Porque es dulzura, a su manera.
Porque es cariño, amistad y todo lo que nunca tuve.
Porque ahora sí y antes no.
Por todo lo que ahora cuenta, antes no existía.
Por todo lo que ahora cuenta y antes no importaba.
Por ser él y nadie más.
Le quiero.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Abuelo y abuela.

Ellos son de esas grandes personas que alegran el alma con solo recordarlos.
Son eternos, hogar y también poesía.
Y se podía ver en sus ojos el amor infinito.

¿Y quién no sabía que fuisteis mis abuelos y a la vez mis padres?

Lo que hicisteis conmigo no se puede pagar con nada.

Fue mi abuelo y mi padre.
Aún sonrío de emoción al recordar como me paseaba por la playa.
Aún recuerdo cuando se escondía detrás de la puerta y esperaba que yo pasara.
Sus manos de trabajador en antaño para que a sus hijos no les faltara comida.
Aún recuerdo las noches durmiendo con ellos en la cama.
Aún recuerdo como si fuese ayer las cicatrices de su frente y la verruga del cuello.
Sus ojos iguales que los míos.
Su sonrisa en mis recuerdos, y joder, ojalá aún estuvieses aquí.

Fue mi abuela y mi madre.
Cuántos días me preparó para ir a la escuela,
cuántas veces cubría mis manos con las suyas,
cuántas veces me decía lo chica que era, aunque ya fuese grande.
La adoración en sus ojos al verme.
La devoción que ambos sentían por mí.
Y la que yo sentía por ellos.

Lo que ellos sentían el uno por el otro sí que era quererse de verdad.
Quererse como ya nadie sabe querer.

Nunca será demasiado tarde para agradeceros todo lo que habéis hecho por mí.

Jamás quise pensar que un día me faltaríais los dos.
Es el ciclo de la vida aunque a todos nos parezca injusto.
Y ojalá fuese tan fácil demostraros que os queremos con flores, pero no, eso no es una mínima parte de lo que os quiero.
Las flores ya no valen, vosotros aquí, es lo que nos valdría a todos.

¿Cuántas veces habré pensado en volver a empezar?
Volver a ser esa cría rabo de lagartija que no paraba.
Y volver a estar todos juntos, volver a revivirlo y volver a teneros.
Teneros a los dos otra vez.
Quiero que todo vuelva a empezar.
Vivir de nuevo con vosotros en casa.
Puestos a decir la verdad, he dormido más en mi vida en vuestra casa que en la mía propia.
Y vosotros con una abismal diferencia habéis sido lo mejor de mi infancia.
Lo mejor que descubrí al tener uso de razón.
Que todo sea como cuando era una niña.
Cuando aún no existían tantas cosas,
cuando aún erais mi mejor juguete.
Y jamás dejaré de sonreír al recordar los fines de semana
y preparar mi maleta para irme con vosotros.

Vosotros, que siempre me habéis cuidado con todo el amor que sentíais.

Ya no soy esa flor pequeña que intentabais regar todos los días,
pero,
pasen los años que pasen seguiré siendo vuestra niña.
Os llevo en la sangre y os admiro.
Ojalá algún día encuentre un amor como el vuestro.
Después de años volvéis a estar juntos y aunque ya no estáis aquí, sé que jamás estaré sola.

Gracias a los dos por regalarme una persona tan especial,
el hombre que es mi padre.
El amor de todas mis futuras vidas.

Mis abuelos, mi mayor regalo.

Me enseñasteis a ser lo que quisiera. No sólo lo que me dejaban ser.

Lo último que aprendí de vosotros es que no todo se explica,
no todo tiene respuesta,
no todo en esta vida es justo,
no todo tiene sentido,
no todo es lógico.

Que guarde silencio y no llore no significa que no sienta y mucho menos que me haya olvidado de vosotros.
Simplemente hay personas que al crecer ya no necesitan que el mundo les vea llorar.
Hay personas que prefieren hacerlo a solas.
Con el corazón latiendo en la boca.
Con la almohada mojada de tanto llorar y dormir por el cansancio de la pérdida.

(Todos somos mortales hasta que alguien decide no olvidarnos).

Siempre he necesitado más de vosotros
y menos de todo el mundo.

Cuando era pequeña me resultaba más doloroso saber que todas las personas a las que quiero iban a morirse algún día, que ser consciente de que algún día yo también moriré.

Y ahora una pregunta me ronda la cabeza:
¿Cómo algún día podré explicarles a mis futuros hijos que sus abuelos, que serán su mejor juguete, se van rompiendo?