lunes, 3 de febrero de 2020

Por eso decidió ser la mujer que le diera la gana ser.

Era su cuento.
No diré que fuese la chica perfecta.
Pero la verdad,
es que ella no esperaba ser rescatada.
Jamás lo pensó.
Nació con alma de valiente.
De pequeña nunca quiso ser una princesa.
Nunca quiso ser rescatada por un príncipe.
Nunca quiso ver relucir la brillante armadura cuando fuesen a por ella.
Nunca quiso un palacio.
Nunca quiso reinar.
Nunca quiso ser hermosa y delicada.
Simplemente quiso ser como le nacía ser.
Por eso decidió ser la mujer que le diera la gana ser.
Ella no iba a quedarse en una torre esperando.
El dragón la sacaría volando de la torre.
Ella no estaba a la espera de un beso para despertarse.
Habría acabado la siesta y se abría ido a trabajar antes de que vinieran a despertarla con un beso.
Ella no quería ser la mas bella del reino ni de todos los demás.
Antes que comerse la manzana envenenada habría matado a la madrastra.
Ella jamás quiso un zapato de cristal.
Adiós al zapato de cristal, hola al gran baile.
Y así era y es ella.
Valiente, fuerte y decidida.
De esas que jamás consentirá que ningún hombre le diga qué hacer.
Ella es más de ir espada en mano.
Chaleco antibalas y el cargador de la pistola lleno.
Ella es de ir con los puños preparados.
Ella no quiere cuento, no después de tantos falsos príncipes.
Ahora está al acecho de la Bestia.
Ahora es feliz, porque desde pequeña siempre supo lo que era y lo que quería.
Ella no era ni quiso ser una princesa.
Pues ella sabe que ninguna estrella pide permiso para brillar.
Ella quiso ser una soldado, una guerrera, una militar, una vikinga, una luchadora...
quiso ser rebelde, libre.
Quería ser la diferencia.
Ella no necesitaba a ningún hombre.
Ella, esa niña que fue, esa mujer que es... lo consiguió.




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