miércoles, 14 de agosto de 2019

No me volví débil después de todo.

Tristeza.
De esas de las que inundan el corazón, las entrañas, el estómago y porqué no, cada poro de la piel y parte del alma.

Tristeza.
De esa de la que te ves incapaz de salir,
de la que arrasa todo a su paso.

Tristeza.
De las de sentir unas irremediables ganas de llorar y reventarse a la vez por no hacerlo.

Tristeza.
De la que inunda.
De la que destroza.
De la que te convierte en lo que realmente no eres.

Tristeza.
De la que duele.
De la que es por dentro y no hace ruido.
Pero se siente.

Tristeza.
De la que sonríes sólo por fingir.
De la que te piensas que realmente nunca podrás salir.

Tristeza.
Pero se sale.
Cueste más,
cueste menos.
Duela más,
duela menos.
Se sale.
Y ya esta.
Y que ocurra lo que tenga que ocurrir.
De peores cosas se sale.
De peores personas, también.

"Dejé que el odio inundará cada parte de mí misma, mientras las gotas de lluvia ya no significaban nada, ya solo corrían por mi rostro.
No me volví débil después de todo, al contrario, me convertí en un perro rabioso en busca de algo de carne, en busca de esas personas que no les importa nada más que ellos".

miércoles, 8 de mayo de 2019

Y piensas que es diferente.

No, el no cambiará el ir de fiesta por quedarse en casa contigo.
No, él no te dará el beso de buenos días porque tendrá mejores cosas que hacer.
No, el tampoco será la diferencia a los demás.
Él será otro más.
Será como todos los que han pasado por tu vida.
Será igual o peor al anterior.
Quizá sea incluso peor.
Y tú cómo una tonta piensas que no.
Que él no será así.
Y te darás la hostia de tu vida.
Porque él amor ya no existe.
Porque ya nadie da nada por nadie.
Porque él amor existía antes.
Cuando todo importaba más.
Cuando todo valía más.
Cuando la gente sentía de verdad.
Cuando las cosas tenían significado.
Cuando las cosas se hacían sin esperar nada.
Porque se hacían por amor.
Se hacían de verdad.
Porque ya nada merece la pena.
Porque ya nada vale nada.
Porque ya no quieres sentir nada.
Porque sentir duele.
Porque sentir destroza.
Porque ya nadie está dispuesto a nada que sea de verdad.
Porque ya no importan los sentimientos de las otras personas.
Porque ya no importa si una persona está triste.
Porque ya nada.
Porque el mundo gira y le importa una mierda si tú ya no tienes fuerzas.

Ya no importa.

No. No importa, ya no.
Porque ya da igual.
Porque ya está de más.
Porque ya no me dueles aunque lo intentes.
Porque ya no me importas.
Porque ya no me hieres.
Porque ya no es importante.
Porque ya, cariño, no doy nada por ti.
Porque ahora siento indiferencia.
Porque ahora siento pena.
Porque ya he empezado a sonreír de nuevo.
Porque ya no aportas.
Porque ya no significas lo mismo.
Porque ya no es suficiente lo que antes pensaba que sí.
Porque ya no.
Porque ya no tú.
Porque ya no yo.
Porque ya no soy esa.
Porque me perdiste.
Porque me hiciste quererte.
Porque me mentiste.
Porque jugaste.
Porque yo nunca jugué contigo.
Porque no te merecías tenerme.
Porque te importó una mierda hacerle daño a quien hiciese falta.
Porque te pasaste de listo.
Porque creías que seguiría ahí y me fui.
Porque dabas por sentado que yo seguiría ahí.
Porque ya nada es suficiente.
Porque ya hay otros besos.
Porque ya hay otros abrazos.
Porque ya hay otras ilusiones.
Porque tú ya no, nunca.
Porque él sí.
Porque él todo.
Porque él, sí dice algo lo hace.
Porque él si siente algo, lo demuestra.
Porque con él todo son sonrisas, joder.
Porque contigo ya no, pero con él sí.
Porque no fuiste lo que dijiste.
Porque él es lo que demuestra.
Porque tú te ibas con tus mentiras.
Porque él llegó con sus verdades.
Porque él es verdad, y tú... Tú solo eres lo que quieres que los demás piensen que eres.
Y él es verdad y desde que llegó a mi vida yo soy risa.
Y lo soy todo, todo pero solo gracias a personas que no cortan las alas.
Porque tú quisiste cortar las mías.
Y él, él solo quiere volar a mi lado.

Me dueles.

Él y sus me dueles.
Yo viéndole sonreír.
Él y sus te quiero.
Yo viéndole mentir.
Él diciéndome lo injusta que soy.
Yo quintándome la venda de los ojos.
Él y sus quiero mi vida contigo.
Yo viendo como ya tiene una vida con otra persona.
Él y sus le hago daño.
Yo viéndole reír sin que se de cuenta.
Él y sus daría mi vida por ti.
Yo que ya no doy la vida por nadie.
Él y sus me encanta verte.
Yo que ya no quiero ni encontrármelo.
Él y sus te echo de menos.
Yo y mi sonrisa al no tenerle al lado.
Él y sus me estás olvidando.
Yo y mis hace mucho que lo hice.
Él llorando.
Yo riendo.
Él conformándose.
Yo viviendo.
Él y sus lo siento.
Yo y mis ya me importa una mierda.

domingo, 17 de marzo de 2019

Porque al fin y al cabo, eres una jodida guerrera.

A veces,
lo que uno más se merece es algo tan simple
como entrar en la ducha,
dejar el agua caer,
y tú debajo, calándote.
El agua cae sobre ti.
Y te permites a ti mismo llorar.
Así parece que duele menos.
Creo que tiene algo que ver con imaginar las lágrimas
yéndose por el desagüe.

No te ve nadie.
No tienes que hacer como si no pasara nada.
No tienes que fingir que no te duele.
No tienes que demostrarle absolutamente nada a nadie.

Lloras por él, por ti, por ese mensaje que no llegará nunca más.
Toca volver a aprender a vivir la vida sola.
Por ti misma.
Toca aprender a vivir sin esperar un mensaje de buenas noches,
ni mucho menos uno de buenos días.

A veces lo acepto.
Y me digo a mí misma que soy demasiado fuerte por aceptar que se ha acabado.
Pero después, me muestro cobarde,
aceptando que soy demasiado débil para dejarte ir.
Supongo que no se puede ser fuerte todo el tiempo.
Cada instante,
casa segundo,
cada minuto,
cada hora,
cada tarde,
cada día,
cada noche,
cada, cada, cada...
no se puede.
No somos de acero, joder.

A los que parece que no nos duele nada...
también nos duele.
Y quizá más de lo que la mayoría piensa.

"Hice tantas cosas por amor, que olvidé que yo también las merecía".

El agua sigue cayendo encima de ti.
Y al final terminas sonriendo.
Sonríes porque descubres que quien no está,
es porque de cierto modo no quiso.
Y tú no tienes la culpa.
Tú sigues peleando.
Sigues con la batalla de tu vida.
Y al final...
Vences.
Como siempre.
Porque al fin y al cabo,
eres una jodida guerrera,
y cariño, esas, a veces...
también lloran.


jueves, 7 de marzo de 2019

Si el dolor llega, también lo hará la felicidad.

A veces, no siempre...
A lo largo de nuestra vida nos hacemos demasiadas preguntas.

¿Qué pasó?
¿Por qué nos fue así?
¿Era necesario que doliera tanto?
¿Qué es peor, fracasar o no intentarlo nunca?
¿Por qué haces tantas cosas que no quieres hacer?
¿Por qué haces tan pocas cosas de las que te gustan?
¿Por qué le dijiste que no?
¿Por qué le dijiste que sí?
¿Por qué no le contestaste?
¿Por qué le escribiste?
¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Preguntas, preguntas y más preguntas...

¿Y si he llegado tarde a su vida?

Una vez leí algo que a veces me ayuda,
decía así:
Si el dolor llega
también lo hará la felicidad.

Y es por eso que cuando me siento perdida
no me compadezco de mí misma.

De llorar aprendí a apreciar la lluvia.
De hecho es mi clima favorito en el mundo.
Cuando llueve, sonrío.
Cuando llueve soy libre y me da por reír.
Porque llorar, ya no lloro, ya lo hace la lluvia por mí.
Y os juro que no he visto nada tan bonito como las malditas gotas cayendo.
El día nublado.
El cielo lleno de nubes.
Rayos y truenos sonando.
Y tú y yo, besándonos.
Ojalá llueva siempre.

Que el mundo rabie, que truene, que se desmorone por completo...
                                 "Que se mueran de envidia, aunque muertos ya estén".


martes, 15 de enero de 2019

Ojalá luches por mí.

Darlo todo por alguien.
Sentir verdadera tristeza al comprender que no puede ser.
No, no puede ser.
Lo nuestro.
No.
Puede.
Ser.

Y llorar.
Y sentir que una vez más la vida te recuerda que para ti no hay nada.
Y vuelves a llorar.
Y vuelves a sentirte inútil una vez más.
Inútil por volver a enamorarte.
Inútil por volver a destrozarte a ti misma torturándote con tu propia mente.
Inútil por sentir que llegaste tarde a su vida.
Inútil por pensar que aunque habías llegado tarde merecía la pena.
Inútil por descubrir que no, que al menos para esa persona no valía la pena arriesgarlo todo.
Inútil por no ser suficiente.
Inútil por una vez más dejar que destruyan la coraza que llevo.

Llega. Te hace quererle. La coraza se rompe.
Sois felices. Y de repente un jarro de agua fría.
Vuelves a la realidad. Y te das cuenta de que realmente nadie está dispuesto a luchar por ti como tú por él.

Y de nuevo lloras.
La tristeza no desaparece.
Sabes que duele y dolerá siempre.
Sabes que cruzarte con el en la calle dolerá.
Sabes que no verle dolerá.
Sabes que no hablar con él dolerá.
Sabes que si te olvida dolerá.
Y si no lo hace también dolerá.
Porque eso significaría que aún sintiendo amor, no hizo nada para que todo no se fuera a la mierda.

Vuelves a llorar, vuelves a sentir esa angustia inmensa.
Sientes que todo se desmorona.
Todo está en contra.
Pero aún así, seguías luchando.
Sin darte cuenta de que esa persona ya no lucha.

Ojalá hubieras luchado por mí como yo te prometí hacerlo por ti.

Aquí llueve, llueve mucho.
Llover era nuestro código secreto.
Eso significaba te quiero.
Y por mucho que ahora duela sigue lloviendo.
Y lloverá siempre.
Porque si he aprendido algo es que llover es más que querer.
Y querer te quiero, pero más aún llueve. Y llueve muchísimo.