jueves, 7 de marzo de 2019

Si el dolor llega, también lo hará la felicidad.

A veces, no siempre...
A lo largo de nuestra vida nos hacemos demasiadas preguntas.

¿Qué pasó?
¿Por qué nos fue así?
¿Era necesario que doliera tanto?
¿Qué es peor, fracasar o no intentarlo nunca?
¿Por qué haces tantas cosas que no quieres hacer?
¿Por qué haces tan pocas cosas de las que te gustan?
¿Por qué le dijiste que no?
¿Por qué le dijiste que sí?
¿Por qué no le contestaste?
¿Por qué le escribiste?
¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Preguntas, preguntas y más preguntas...

¿Y si he llegado tarde a su vida?

Una vez leí algo que a veces me ayuda,
decía así:
Si el dolor llega
también lo hará la felicidad.

Y es por eso que cuando me siento perdida
no me compadezco de mí misma.

De llorar aprendí a apreciar la lluvia.
De hecho es mi clima favorito en el mundo.
Cuando llueve, sonrío.
Cuando llueve soy libre y me da por reír.
Porque llorar, ya no lloro, ya lo hace la lluvia por mí.
Y os juro que no he visto nada tan bonito como las malditas gotas cayendo.
El día nublado.
El cielo lleno de nubes.
Rayos y truenos sonando.
Y tú y yo, besándonos.
Ojalá llueva siempre.

Que el mundo rabie, que truene, que se desmorone por completo...
                                 "Que se mueran de envidia, aunque muertos ya estén".


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